Unidos en el Espiritu de Amor!

Siempre que  nos damos la oportunidad de disponernos a las bendiciones del Amor de Dios, podemos apreciar mejor su presencia en eventos que antes solían ser un deber o una simple rutina de nuestra vida.  Estos pasaban sin que nos diéramos cuenta de la dimensión de los hechos, por ende en algunos casos podian ser considerados coincidencias. Así, por mucho tiempo, nos perdíamos de reconocer el gran momento en el que se nos pedía destapar los regalos que nutren nuestra fe en la presencia de Dios, esos que siembran esperanza en el camino que llevamos.

Por ello hoy, me inclino a pensar en tantos encuentros fortuitos a los que no les damos importancia, o rechazamos por considerarlos inconvenientes o porque nos traen duda. Por aquello, de que lo preconcebido o lo planificado por nosotros mismos es lo que más nos da seguridad y confianza. Pero qué tal si intentamos recordar aquellos momentos en los que nos pasó algo que no esperábamos; cuando nos encontramos con alguien inesperadamente, cuando encontramos algo que habíamos buscado por mucho tiempo dándolo, ya casi, por perdido? Recordemos cuando hemos hecho cosas, obedeciendo los impulsos del corazón y gracias a ello hemos saboreado el placer, la dicha, y la sensación inexplicable de sentirnos unidos en el espíritu de Amor de Dios por nuestros hermanos y por nosotros, pues es una bendición y una alegría muy grande, saber que es a Él a quien estamos sirviendo acá y en el mayor de los casos, papa Dios es bien explícito en hacernos notar en que forma nos quiere utilizar.

El espíritu de Dios nos habla constantemente. Bien sea poniendo algo que llame nuestra atención desde afuera,  a través de una circunstancia especifica que pida nuestro discernimiento o puede ser desde esa voz interior que nos habla, nos llama, nos invita y nos inspira a hacer algo que luego resulta de beneficio, como recurso, regalo o bendición para alguien más. Cuántas veces hemos tenido esas llamadas…esos momentos….? Recordemos cuando algunas cosas nos llaman la atención de una manera persistente; Como una virgen en una vitrina, una pastilla en una gaveta, una planta en un vivero, un lugar al que sientes que debes ir y no logras entender porque y no existe una razón real que explique el para qué. Pero algo te empuja a ir. Porque sencillamente la solicitud de actuar movidos por el espíritu,  nunca llega con la constancia justificativa, sino que en la mayoría de los casos encontramos su razón de ser justo despues de elegir actuar. Es como cuando invertimos en un proyecto con tanta pasión que no nos importa el no tener las Garantias de éxito, pues la única garantía es continuar, soportar y mantenerse firme, convencido del bien que se busca hasta llegar al final.

Cuantas veces respondemos asertivamente a esas llamadas? Podemos considerar que quizás las veces que no hicimos caso a lo que intuíamos, o no quisimos escuchar lo que nos dictaba nuestro corazón, perdimos la oportunidad de recibir un bien que venía desde lo alto? o Podemos hoy afirmar que cada vez que seguimos los dictámenes del corazón, recibimos gozo, paz y serenidad con más confianza para seguir adelante, pues hemos aprendido a escuchar lo que nos dice nuestro ser interior? Podemos hoy, entonces, seguir con la certeza de que Dios está en nosotros, con nosotros y obra a través de nosotros para FAVORECER a muchas personas, incluyendonos a nosotros mismos? En qué forma sientes que Dios te está utilizando últimamente?

Hoy más que nunca,  creo que es en la obediencia de nuestra actitud y la humildad de nuestro corazón, que encontramos esos regalos, de valor incanculable, que nosotros sin saberlo, muchas veces despreciamos. Por aquellos regalos que núnca se abrieron, y que no sabemos cómo, ni cuándo estarán disponibles nuevamente, debemos cultivar la esperanza de abrirlos algun dia, mantener latente el deseo de recibirlos,  y asi conservar el compromiso de hacernos más sensibles y más alertas a la presencia de Dios en nosotros.